La llegada del nuevo curso trajo consigo el regalo de los conejos Rimel y Flofy por parte de varias familias. Todas las personas hemos vivido con ellos momentos divertidos, alegres que nos han permitido expresar sentimientos, necesidades de afecto, ayuda y curiosidad. Creando vínculos fuertes.
Al comienzo de la primavera, un día encontré a Flofy muy apagado y sin ganas de comer, me produjo inquietud y fui a buscar a Rimel. Lo vi tumbado al lado de un tronco, muy quieto, me acerqué y noté que estaba frío , no respiraba, había muerto. Me quedé tan apenada y triste, que fui a contárselo a los demás.
Al decirlo, todas las personas salieron al patio a verlo. Coloqué a Rimel en un sitio visible para todos. Muy curiosos los niños y niñas preocupados observaban, decían: “No abre los ojos”, “No se mueve”, “No tiene sangre”, “Está frío”.
Los más mayores no son todavía capaces de comprender lo que significa el fin de las funciones vitales e imagina que el que muere sigue vivo de alguna manera y puede mirar, comer o hablar desde donde esté. El concepto de “Insensibilidad post mortem y la “Universalidad de la muerte” están todavía en construcción.
Expresaban como se sentían y dijeron: “Me salen lágrimas”, “Yo le recordaré en mi corazón”.
Hicimos el mismo ritual de despedida como a todos los animales que se han muerto en la escuela, dándole las GRACIAS por el tiempo compartido y por su vida. En el aula, hicieron dibujos para representar lo que habían vivido y así cerrar la vivencia.
La muerte es un hecho ineludible que forma parte de la vida. Todos los seres humanos vamos a tener que enfrentarnos a ella en algún momento, desde el instante en que un ser vivo nace existe la posibilidad de la muerte. Ponerle palabras a este suceso resulta complicado sobre todo comunicárselo a los más pequeños.
De ahí, las gracias a Rimel y Flofy por aportarnos esta experiencia de vida y poder afrontar esta realidad de forma natural.
Fuente: FMLC Fundación Mario Losantos del Campo